La increible Masacre-Gwen (Christopher Hastings, Gurihiru, Danilo S. Beyruth y Tamra Bonvillain)

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Panini Comics, 2017

 

Ya iba siendo hora de que en este blog se tocara algo de superhéroes. Porque puede parecer que el aquí firmante solo se nutre de novela gráfica y manga y no es el caso. Vamos a dar cabida aquí también, eso sí, a series especiales, proyectos que se salen de lo común, series de superhéroes, originales, ingeniosas o con un estilo único. Y una que me ha sorprendido gratamente es La increible Masacre-Gwen una se

QUIETO PARAO. ¿Primera reseña de superheroes y vas a hablar de Masacre-Gwen? ¿Un personaje sacado de un meme? ¿Un genderbending de Masacre? ¿Eso qué tiene de original?

Anda, mira, un espontáneo. A ver. Vayamos por partes. Sí, si miras la cosa de lejos -y tienes poca curiosidad y todavía menos ganas de pensar- Masacre-Gwen puede oler a producto de estrategia comercial. De aprovechamiento referencial de otras cosas. Pero es que ya partiendo de ahí, es que lo aglutina todo. Es un cebo estupendo para los críticos «de portadas». ¡Es maravilloso! La pueden acusar -como acabas de hacer- de genderbending o «teengirlizacion» de Masacre, pero también de parodia de un personaje de DC (Lady Deathstroke), que a su vez era un genderbending o «teengirlización» de un personaje masculino original (Deathstroke) del que se sirvió -digámoslo así- el creador de Masacre -HOLA RÖB- para crear a este. Y a la vez lo pueden acusar de ser un subproducto de un homenaje a un personaje fallecido (Gwen Stacy) al que fusionaron con cada personaje de Marvel y de cuya fusión con Masacre pues salió esta serie. Y si nos paramos a pensar seguro que se nos ocurren más formas en las que Masacre Gwen juega con ventaja a través de referencias a otros personajes o series, pero… ¡Qué otras series no lo hacen! Pero es que atravesada la capa de aparente comercialidad, si rascamos un poco, si de hecho NOS LEEMOS el tebeo, estamos delante de un concepto bastante bastante original. Mucho más que la mayoría.

Grmph. Bueno. A ver, de qué va esto.

Pues mira, esto va de una chica real, una lectora de cómics Marvel, como tú y como yo que, atención, viaja al universo Marvel. Imagínate que en el multiverso Marvel nuestra realidad es una realidad más y podemos viajar a ella. O que podemos entrar en el «mundo de los tebeos». Whatever. Pues esto es lo que le pasa a Gwen Poole. Viene de «la realidad» y acaba en universo de ficción viviendo las aventuras de sus tebeos favoritos y conociendo a sus personajes favoritos. ¡Es lo que querría todo fan!

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Pero, miradla, si le habla a los personajes de los tebeos como si fueran personajes reales. ¡Como todo buen fan!

 

¿Como en El último gran héroe de acción? Entonces original-original no es.

Sí y no. El último gran héroe de acción no es tampoco la primera obra que trata el tema de alguien viajando a un mundo de ficción con sus rasgos de género y demás. En la literatura también se ha dado. El caso especial es que aquí Gwen es la protagonista, no un sidekick o un aliado del protagonista como suele suceder en los casos precedentes. Sus aventuras son un poco la crónica de sus andanzas por el Universo Marvel. Y ella sabe que está dentro de un cómic por lo que puede jugar a la ruptura de la cuarta pared. Un poco como su personaje-de-referencia en Marvel.

Ok, superhéroes, rupturas de la cuarta pared y metaficción. Pero todo eso ya lo hizo Moore. Y Alan Moore ES EL MEJOR. ¿Has leído Watchmen?

Ains. Vamos por partes de nuevo. Vale, vale, Moore es algo así como el Shakespeare -y podría añadir que el Borges- de los cómics. Pero por ejemplo, si de lo que me vas a hablar es de Supreme, la diferencia es patente. El género de superheroes en Supreme es prácticamente una excusa para hacer un ejercicio de metaficción, de metagénero, incluso. Y en La increible Masacre-Gwen es justo al revés: la metaficcionalidad está al servicio de crear un tebeo de superheroes único. En otros tebeos de superheroes, el recurso diferenciativo habitual es acercarlo a otros géneros para darle una entidad o un tono propios (humor, comedia, noir, romance, etc…) y eso será lo que encuadre como va a ser la acción en el tebeo. Aquí es el componente metaficticio, el personaje consciente de su existencia en una obra ficticia para jugarlo como su ventaja, como su «superpoder» lo que hace de La increible Masacre Gwen, una serie única. La metaficción ya no es un experimento, ni tampoco el objetivo de la obra: es un mecanismo del propio tebeo cuyo objetivo es ser un tebeo de superhéroes. Y eso es lo que lo hace especial.

Entonces ¿No es como Masacre?

Es que ni se acerca al planteamiento de Masacre, que por cierto tampoco es el primero en jugar con las rupturas de la cuarta pared. Masacre es un personaje de ficción consciente de estar en un tebeo de superheroes, pero dicha conciencia está puesta al servicio de generar humor, constantemente. A veces, incluso demasiado forzadamente, como si el tebeo fuera un larguísimo monólogo en el que hay que hacer gracia en cada viñeta -los peores cómics de Masacre, en mi opinión, son así y cansan-. Cada vez que Masacre le habla directamente al lector, viaja a una época icónica de la historia de Marvel, etc… siempre es para hacer un chiste. Y es un viaje desde dentro del cómic hacia fuera. Masacre «vive ahí» y nos habla directamente a nosotros.

Por contra en La increibe Masacre-Gwen, el viaje es de fuera hacia dentro de los cómics, porque vamos de la mano de Gwen, nos podemos identificar con ella. Y la ruptura de la cuarta pared está al servicio de la acción superheroica, de contar la historia de la propia Gwen en su formación como superheroina. Sabe como funcionan las elipsis en la narración, tiene conocimientos «omniscientes» del universo Marvel por haber leído todos los cómics hasta la fecha, etc… y todo eso son los fundamentos de su originalidad como personaje. Es lo que la define. De esta forma, es la primera de su posible arquetipo. No sé si se pilla la ironía: el personaje al que se le acusa de copiar a otros de mil formas distintas es precisamente uno de los personajes más originales y frescos que se han creado en mucho tiempo.

Y respecto al humor, bueno, la serie no está carente de él. Pero se nota que no es un obligación, no es el objetivo de la historia. Si ve que puede hacer un chiste por el camino, lo hace. Es graciosa sin ser chistosa. No prescinde del drama y aun así es divertida.

Pero vamos a ver, si no tiene ninguna dirección particular. No busca la venganza de sus padres, ni tiene un ideal de justicia importante. ¿Cual es su motivación?

¡Exacto! Los fans de los personajes sin superpoderes  normalmente dicen que les gusta Batman o el Capitán América porque es «un tio normal», porque no vuela o tiene superfuerza y aun así, lucha contra el mal. Pero tampoco es del todo cierto ¿Puedes realmente identificarte con un tio que tiene una lucha obsesiva contra el crimen y que además es multimillonario? ¿O con alguien cuyos ideales son tan elevados que practicamente no comete errores y solo podría existir… en un tebeo? La gracia de Gwen Poole es que es EXACTAMENTE igual que tú: una lectora ávida de tebeos, fan de sus personajes. Y su «superpoder», el profundo conocimiento del universo Marvel es un poder que «de facto» tenemos todos los lectores de tebeos empedernidos. ¿No es genial? La tesis es que en el Universo Marvel… ¡cualquiera de nosotros podríamos ser superheroes!

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Molando a tope

Pero mira, estoy aquí tratando de explicarte lo que es Gwen Poole como si fuera un personaje revolucionario y sin embargo es un personaje profundamente clásico, lleva la marca original de La Casa de las Ideas. Una de las claves del éxito de Marvel residía en que sus superheroes eran gente normal y corriente, con nombre y apellidos, personajes con los que uno podía indentificarse. Hacían su vida de superheroe y luego tenían sus problemas domésticos, sus amores y desamores. Y Gwen es exactamente eso, una fan que es trasladada al universo Marvel y… allí trata de hacer su vida normal y corriente. Y cuya motivación es ser una superheroina o intentarlo, sin más. Por eso, el hecho de hacerse mercenaria -tal y como lo vemos en este primer tomo- para ella es más o menos como un currito. Tiene que hacer misiones para llegar a fin de mes, controlar sus gastos, aprender técnicas de combate. Es la cotidianización del superheroismo, lo vimos en Los Cuatro Fantásticos con sus conflictos personales o en Spiderman, la crónica de un adolescente de finales de los sesenta. La increible Masacre-Gwen vuelve a ese paradigma de hacer tebeos pero desde un planteamiento diferente. Estrecha el cerco entre el universo de los superheroes y el lector, sin romper la magia, sin deconstruir el género, sin romper la diversión. Se podría decir que Spiderman era como tú, pero es que Gwen literalmente eres tú. Plantea que podrías viajar al Universo Marvel y seguir siendo tú mismo, con tus dudas y tus ilusiones, tus problemas del día a día y tus pequeñas victorias y al mismo tiempo ser un superheroe. Y a la vez mantiene la épica del superheroismo, de los entrenamientos, de las batallas. La pelea del final del tomo, el final boss fight, para mí es la mejor pelea de superheroes que he leído en todo el año. Y Gwen Poole se enfrenta tanto con villanos como con superheroes, en la mejor tradición de Marvel. Así que todo es clásico y nuevo al mismo tiempo.

Joer, me vas a sacar los colores.

¿Eh?

Ji, ji, tenías razón. Literalmente, soy yo. ¡Hasta luegui!

¡Oye! Se te ha caído el bigot… un momento ¿eso era un bigote postizo? Peroperopero… tú eres… ¡¿Como te has colado en mi reseña?!. ¡OYE! ¡Seguro que a Alvaro Pons no le pasan estas cosas!