Río Veneno (de Beto Hernández)

RIOVENENO

 

 

es una iniciativa que imita al reto de los artistas del , pero desde el reseñismo y la divulgación, ofreciendo 30 reseñas en los 30 días del mes de noviembre, a menudo partiendo de unas palabras-estímulo comunes a todos los participantes.”

Reseñoviembre – Día 27 – Palabra: VENENO

 

Obra: Río Veneno

Autor: Beto Hernández

Editorial: La Cúpula Ediciones

 

Reseñé por aquí hace unos días Nuevas historias del viejo Palomar de Beto Hernández, que vendrían a ser las últimas historias publicadas sobre la saga de Palomar -aunque no necesariamente las últimas en su cronología- y el azar de la palabra del día -«veneno»- me abre la puerta a reseñar el principio de la saga, recogida en las historias del libro Río Veneno.

 

En realidad, Río Veneno tampoco es exactamente el inicio de la saga de Palomar, pero sí que es el inicio cronológico de la serie, la precuela, para entendernos. Tras dibujar varios comics y asentar el universo y los personajes, Beto decidió coger a su personaje más destacado, Luba y visitar sus orígenes. Y ahí está, en sus primeras páginas, recién nacida y el drama ya flota en el aire. Para quien no haya leído las historias de Palomar, en mi opinión da igual por donde empieces a leer la historia porque en cualquier punto de su entrada te puede atrapar. La Luba de la etapa norteamericana es un personaje al que se le percibe como Beto le dibuja el peso de una vida encima. Por eso, cuando el lector acude a Río Veneno, es imposible que se le escape una lágrima al ver dibujada en ella la inocencia primigenia sabiendo algunas cosas que están por venir. También desborda la Luba adolescente, un personaje cargado de energía que arrolla al resto de los personajes con los que se va topando. Así como vemos desarrollarse la relación que tiene con Ofelia desde niña y el momento en el que el famoso martillo aparece por vez primera en sus manos.

 

Río Veneno carece, eso sí, de las características de realismo mágico que tienen el resto de los libros. Beto la concibe más como una suerte de drama latinoamericano con tonos de noir. Los personajes están desarraigados, prima la desconfianza y la incomunicación y en ese sentido, la llegada a Palomar, al final de la obra deja una idea como de haber llegado a un lugar especial, mágico, una suerte de Shangri-La mundano haciendo una transición idónea hacia los relatos que se dibujaron primero. Todo empieza de nuevo.

 

Se le ha considerado un libro inferior al resto de la serie, quizás por distanciarse en el tono y estilo de los libros de Palomar. Pero para mí sigue siendo un libro esencial, como el resto. En el mosaico de estas vidas de ficción que Beto ha ido construyendo a  lo largo del tiempo cada pieza del puzle importa y aporta.